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Monday, May 27, 2013

Chispas que encienden nuestra larga oscuridad

Se ha dicho que en la memoria nos encontramos con las semillas de la resistencia. Por lo que, este caminar es un adentrarse y recorrer, de una forma crítica, cómo se estan alimentando las chispas que iluminan esta larga noche en la que hemos estado viviendo y, cómo en medio del imperio más poderoso que ha existido en la historia de la humanidad, se esta forjando una narrativa diferente. Esta chispa se desprendió de los grandes fuegos de las luchas históricas, de la imaginación y de la resistencia. El colectivo Ocupa Wall Street irrumpió y ocupó la plaza que se renombró, la Libertad. Varios de nosotros que hemos luchado y resistido olimos el potencial de nuestros jóvenes y nos preguntamos, qué hacer ante dicha sorpresa. Algunos de nosotros, por nosotros me refiero a un colectivo que desde nuestras comunidades de fe, mirábamos de manera crítica y escéptica, la atención desmesurada a el susodicho grupo burgués que había ocupado y atrapado, de manera insólita e inesperada la atención mediática y se había colado en la conciencia de las masas. Inyectando una nueva energía, un nuevo pensar en los que por tantos años nos habíamos entrincherado en estrategias inefectivas y redundantes. Poco a poco fuimos acompañando, escuchando y alimentando esa chispa, que aunque nueva en su presente forma, ya conocida. Gente se sumaba al experimento y lo que el gobierno de los Estados Unidos juzgó como prematuro e insignificante empezó a preocupar al estado policiaco y las fuerzas de seguridad. Alcaldes, instituciones del estado, bancos, la bolsa de valores y en sí el sistema capitalista se vio cuestionado y la cultura "del que todos se sienten culpables y nadie responsable" se conmocionó desde sus pilares. Pronto el experimento en la Plaza de la Libertad, que está en el centro del sistema financiero, en una ola de violencia del estado lo desmanteló. Una y otra vez el estado, expuesto a la luz de la verdad, utilizó la fuerza como ultimo recurso pero no lo suficientemente rápido como para que un nuevo aire de humanidad llenara e impulsara y reavivara el fuego de la conciencia en miles y miles de jóvenes que por la persecución se vieron obligados a infiltrarse en nuestros barrios y comunidades, aprendiendo el largo camino de la praxis de la solidaridad y la ayuda mutua. Una de las lecciones aprendidas en la plaza de la libertad, que es una alternativa concreta al sistema de corrupción e individualista, es lo que se respiró en esa ocupación de más de un mes: una vida comunitaria, donde las decisions horizontales permitían a cada individuo revalorarse así mismo y al otro, dónde se vivía con respeto y se recuperaba la humanidad y la experiencia original de vivencia comunitaria de los indígenas americanos. Esta humanidad despierta fue probada por el devastador huracán Sandy y la infraestructura humana que se formó bajo los rascacielos de la bolsa de valores entró en acción ante la obsoleta e indiferente burocracia de una ciudad, cuyo alcalde invertía más en guardar una imagen impecable ante los medios de comunicación que en dar respuesta a las comunidades devastadas. En el segundo día después del huracán parte del movimiento ocupó la Iglesia Luterana de San Jacobo, de la cuál yo soy el encargado. A la vez, varias personas del movimiento ya se encontraban en las zonas afectadas, identificando lugares que servirían, hasta el presente, como centros de acopio y distribución, y aún más, como lugares donde la comunidad construye su capacidad, experimenta con nuevas formas de organizarse, de generar una vida sustentable y crear soluciones. El trabajo que hicieron estos jóvenes avergonzó a las autoridades, la Cruz Roja, y otras agencias gubernamentales cuyas estructuras burocráticas y corporativas evidenciaron la falta de una respuesta efectiva, rápida y humana. Además de responder a la crisis en las zonas afectadas se establecieron vínculos con la comunidad local, identificando personas y recursos para la ardúa tarea de la reconstrucción.