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Friday, December 10, 2010

Más allá del martillo

Esta mañana al platicar con Bonifacio, el que vende jugos en la esquina, de la nada me dijo--de esa sabiduría que cae muchas veces como la lluvia: "hay que pelear si hay amor". Yo, que no había solicitado ni estaba preparado a esas horas de la mañana, debo de confesar que apenas estaba despertándome, me quede con la boca abierta y como tonto deambule en busca de los compañer@s, un puñado, que buscábamos penetrar el cerco militar en la zona hotelera. Poco a poco me he dado cuenta que ha habido una buena dosis de miedo que ha sido inyectada a todos los que nos hemos congregado a participar y organizar la alternativa a las negociaciones del Cambio Climático en Cancún. A nosotros, los que venimos del Norte, se nos informo que si salimos de línea, y provocamos un desorden, se nos va a encarcelar, golpear y deportar en menos de 48 horas. Además se nos prohíbe el ingreso a México por los próximos 5 años. Pesando esas verdades, seis de nosotros abordamos el autobús. En el primer reten militar vimos que había mas de 300 soldados y policías federales esperando y vigilantes. Al lado del camino, inspeccionando y deteniendo autos, esperaban autobuses vacíos para transportar los que se animaran romper el orden. Los periódicos anunciaban, en primera plana y letras grandes, como el Protocolo de Kyoto esta en coma, que es un reflejo de suversión y pleno irrespeto de las potencias mundiales que se niegan a entrar en un proceso justo y maniobran, manipulan métodos para mercantilizar, prostituir a nuestra madre tierra. Al sopesar las cosas en mi corazón, miraba a los niños tomados de las manos de sus madres dirigirse a la escuela, al obrero, que con paso agilizado, se dirigía a su trabajo y entre una mirada y otra, despertándome a la mañana continuamos nuestra jornada.
Imágenes danzaban en mi mente. Un martillo, gigante, agitándose en el cielo, de la mano de cientos de jóvenes, que en contra de toda lógica y cálculo arremetían con la valla militar. Otras imágenes surgen como parte de nuestra historia en las tierras Palestinas, donde manos, con avidez, con valentía y coraje, retan la normalización de la violencia, y se arriesgan, ante tanques, granadas y armas; o los jóvenes que conozco en las calles de New York, que ven en lotes vacíos espacios para parques y recreación, corrigiendo la visión de los que en ceguera gobiernan.
¿Dónde están esas chispas de imaginación, de valentía en la construcción de un movimiento, organizado, estratégico que pase de la resistencia a la toma del poder? ¿Donde están esas chispas que prendan fogatas de la verdad que ilumine alternativas de vernos los unos a los otros más allá de nuestros deseos, intereses, ganancias o agendas y que respeten, en cada corazón la dignidad de todo ser viviente? ¿Donde esta ese martillo que esculpa la nueva relación y destape, y desvele nuestra interdependencia con Pacha Mama?
A cara el sol, que dejaba huellas en todo mi cuerpo, platicaba, paraba, interrogaba a los "observadores y negociantes" que legitimizan un proceso injusto, enmarcado en las garras de un capitalismo fallido, sin la inclusión de un idioma de los derechos humanos y mucho menos, de los derechos de la madre tierra.
Todo no esta perdido. Me lo recordó Evo, hermano presidente de Bolivia: "ahora la idea de que la tierra es nuestra madre es parte de los textos que se discuten, que se negocian...La revolución en nuestras mentes y corazones como semilla ha sido plantada".
No todo esta perdido.
Más allá del martillo la chispa vuela y prende nuestras imaginaciones, recreándonos en una nueva relación con nosotros mismos y con nuestra madre tierra.
Joven, niño, madre...agita el martillo ya que no hay amor sin pelea. 
Me lo dijo, entre sueños, Bonifacio.




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