Estos ultimos meses he estado deambulando, con un oido pegado a la tierra y con el otro en el cielo--discerniendo en donde me toca cortar la raiz de la injusticia y hacerle el amor a la vida. El oido, presionado a la tierra, me ha llevado a Colors, un lugar donde los ideales de la justicia, que se han concebido como huesos que se levantaron de las cenizas de las torres del 2001, han poco a poco crecido nervio y carne. Aqui, donde la voz que corta la distancia entre lo ideal y la realidad, me ha seducido y me he dejado seducir. La vision es simple y poderosa. La dignidad de la persona ante todo. Esa dignidad que se ve vinculada a un trato responsable de todo ser viviente y de los recursos de la tierra. Si, quiza es una locura. Ya que la industria restaurantera ha hecho de la dignidad un objeto de compra y venta, el querer cambiar el estatus quo y apelar a la fuerza moral de nuestra responsabilidad social son suenos de Don Quijote que pertenecen al pasado o de novela. La tarea asignada: hacer de Colores un espacio donde se alimente el movimiento de justicia social, boca a boca, y se vuelva cultura que alimente nuestros espiritus. Me encuentro con un equipo que se las rompe dia a dia, dedicados a hacer de las cenizas del 9-11 una memoria que realmente fermente el cambio, donde la justicia y solidaridad impere ante la violencia y el consumo irresponsable. El siguiente poema apunta a esa realidad:
Solidaridad
Cruzando fronteras.
Descubriendo mis caras nuevas.
Recordando que el rostro--
el tuyo, el mio,
tu dolor,
tu alegria,
es el mismo palpitar del mundo.
Bajo el calor de tu mirada
y la ausencia que calcina,
veo, siento, el pulsar del agua
que se anida muy dentro,
los huesos se solidifican,
se hinchan con una conciencia
que abraza todo--
contemplacion que florece,
que germina
y da forma--
la esperanza,
el odio,
la ternura,
el dolor,
extienden sus manos--
me mecen las fuerzas de sus olas,
me resisto a nadar a la deriva,
mientras que la superficialidad
de la espuma me entretiene--
seducido por los miles de grillos,
que con su canto nocturno ensorceden,
y a ciegas ando,
a esta altura el resplendor del sol
hiere--veo la sangre, mar en el que flotamos,
y en la lucidez nos traga.
Mas alla de las manos,
de las olas,
de la espuma,
del canto,
de la luz,
de la sangre que divide,
veo tu aliento, jadeante,
impregnando y matando
la muerte,
haciendole el amor a la
vida.
Eso es lo que se cocina en Colors y a colores. De todos lados somos. De muchos mundos venimos. El oido, al cielo, al principio va entendiendo una melodia que cobra fuerzas, que invoca al baile y al canto. Que da a luz el nuevo idioma de la solidaridad y la fuerza del amor que todo lo que toca transforma.
Unete al coro.
Levantemos nuestras voces, nuestras vidas haciendo de nuestro mundo uno donde quepan todos.
Buen provecho.
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